Del punto inmovil nace la danza
Soltar el esfuerzo innecesario es descubrir que lo que "se hace sólo", es un espléndido sostén, aún y cuando suponga una previa caída transitoria, las más de las veces vértigo falso y fugaz, delatador de las fuerzas no auténticas que nos sustentaban. Es la recuperación de la confianza en la bondad de nuestro "estar" y del contacto con nuestra existencia tal cual es.
Si nos entregamos y lo acompañamos, la vida, por sí, nos guía: de atrás hacia adelante, aliada con el tiempo, de dentro hacia afuera, aliada con el espacio y, de abajo hacia arriba, aliada con la fuerza de la gravedad.
Nutrirnos de momentos de entrega y sostén real es un drenaje de las "toxinas" acumuladas en forma de represión y negación de nuestra persona. Gotas de tinta en un lago claro. Entramos en contacto con la fuerza auténtica que pulsa dentro nuestro. Acompañandola, se abre con potencia todo el abanico de nuestras capacidades, la propia danza, madre nutridora de todas las danzas. El lago de colores.
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